No he renunciado a la custodia de tus pechos ardientes, ni mucho menos a la infranqueable voluptuosidad de tu cuerpo de diosa morocha sazonada de pecas.
Ten por seguro que yo jamás renunciare a la vida que cuelga de un hilo embrionario, ni a tu vultuosa pasión de perros, gatos y serpientes.
No renunciare a la razón de los sabios (esos enemigos de la fe cristiana) ni a la voluntad incaica de nuestros ancestros, ni a la política…no a eso si renunciare, como renuncio a la injusticia de tus palabras que tanto me han desgarrado el corazón sin que todo lo dicho antes era mierda…
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